Parte del mundo comienza a transitar la vía hacia la desescalada, desmontando las medidas que se tomaron para evitar el contagio de la pandemia COVID-19. Cada país y/o región tuvo que transitar o está transitando por medidas muy duras. Casos extremos de cierre total, como Italia, o altas tasas de contagio como España y batallas duras entre la economía y el bienestar como es el caso de Alemania o Estados Unidos. En el caso de Latino América, el desarrollo esta en pleno proceso, pero más pronto que tarde se encontraran en la etapa de desescalada. Si bien nuestra visión corre el riesgo de volverse muy reducida por los días que hemos estado en confinamiento, las medidas han sido duras. Sin olvidar y respetado en todo momento el coste en vidas que el evento supone para cada país.
Tuvimos que correr es cierto, pero esto es una característica que hace de las organizaciones flexibles, menos vulnerables a los cambios bruscos del contexto como es el caso de la irrupción de un evento de alto impacto.
No debemos perder de vista la realidad, hay que reprogramar y el contexto cambio. La metodología que seguimos en INTEDYA y que deriva de la estructura de alto nivel de la mayoría de las norma que manejamos, indica que cuando hay cambios en el contexto, debemos ajustar el resto del sistema, comenzando por el ajuste en la gestión de riesgos.
Según una encuesta de una de las empresas especializadas más grandes del mundo sobre Gestión de Riesgos Empresariales, el 76% de los responsables de riesgos pensó que su empresa podría responder eficazmente si mañana se produjera una emergencia importante. Sin embargo, solo el 49% de las empresas había elaborado manuales pertinentes y realizado pruebas previas basadas en escenarios de emergencia como el de Pandemia. Además, solo el 32% de las empresas llevo a cabo ejercicios de simulación de emergencias para cada uno de los escenarios que planteo.
Este hecho no solo pone presión sobre los responsables de gestionar los riesgo de una organización, sino más bien sobre el método para evaluar las posibles amenazas y los mecanismos para validar estos métodos. Toma sentido que para algunos escenarios siempre conviene preparase para lo peor, esperando lo mejor.
Una y otra vez la lección que más se valoró y se valora en este escenario es la capacidad de los directivos de cualquier organización de tomas decisiones acertadas. Puede que dichas decisiones hayan sido complejas por diversas razones, pero se entiende perfectamente que no podían ser erradas, es decir, no había espacio para improvisar.
Nuestro rubro se movió de forma rápida, no tanto para desarrollar nuevas referencias, sino para recordar que existen normas que podían apoyar la toma de decisiones sin la necesidad de improvisar. En el caso de ISO, la organización internacional de estandarización, podemos mencionar varias normas en las que el comité técnico ISO/TC 292 Seguridad y Resiliencia es el responsable y que despertaron mucho interés:
En cuanto a normas nuevas, el comité técnico ISO/TC 283 se encuentra en pleno desarrollo la ISO 45003 Seguridad y Salud Psicológica en el lugar de trabajo.
Esto solo implica que las organizaciones deben comenzar a planificar una forma distinta de operar dentro de un entorno nuevo, un contexto cuyos criterios en general han sufrido cambios importantes. Normas que antes eran poco nombradas comienzan a tener cierto repunte. Por ejemplo, el confinamiento nos ha hecho ver que las ciudades tienen dos caras y que debemos potenciar la mejor de ellas, ISO 37101 Desarrollo Sustentable en comunidades ha hecho revivir el interés en el desarrollo de iniciativas en este sentido.
Comenzamos la dura ruta a la desescalada, pero lo cierto es que esta ruta está plagada de nuevas incertidumbres. El punto de donde partimos hace a las organizaciones vulnerables y no pueden darse el lujo de cometer errores. La estandarización formara parte indispensable en proveer de herramientas para evitar a todas costa la improvisación. Hay que ser responsable y apostar por los métodos que proporcionan mayor seguridad, éxito y bienestar a todas las partes interesadas.
Las estadísticas y tendencias fueron ratificadas durante esta pandemia, el que improviso se desempeñó pobremente, el que tenía cierto nivel de preparación gracias a los requisitos de un sistema normalizado pudo desempeñarse mejor.
La estandarización sigue siendo la mejor apuesta, puede ser debido a la sencillez del planteamiento: contexto – gestión de riesgos – diseño operacional – evaluación desempeño – mejora. No solo aprendimos y seguimos aprendiendo mucho de gestionar frente a una pandemia, también aprendimos que este enfoque no es solo palabras, su efectividad es real y puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso. No es ficción, funciona y es una inversión sólida.
Arturo Enrique Michelena
Intedya / Central Internacional