El tráfico está paralizando las ciudades. Se estima que un conductor pierde una media de 5 días al año en atascos. El índice de tráfico TomTom calcula los minutos que se pierden en desplazamientos y establece un ranking de ciudades: las más saturadas son México D. F., Bangkok, Yakarta, Chongqing, Bucarest, Estambul y Chengdu y la primera europea es Londres, todas ellas tienen una media de más del 50% de sus calles congestionadas y con desplazamientos que tardan más de 45 minutos de lo que sería habitual.
Desgraciadamente, esto no es lo más grave. La movilidad urbana representa el 40% de todas las emisiones de CO2, lo cual genera graves problemas de salud pública. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que en el año 2014 siete millones de muertes prematuras fueron atribuibles a la contaminación del aire (1 de cada 8 muertes a nivel global) y una proporción significativa es el resultado del transporte urbano.
Por otro lado, estudios de la Comisión Europea estiman que la congestión en la Unión Europea, calculando el tiempo perdido, el combustible desperdiciado y el aumento del coste de desarrollar modelos de negocio, asciende a casi 100 mil millones de euros, lo que representa un 1 % del PIB cada año.
A estas cifras, ya alarmantes de por sí, se ha de añadir el reto del crecimiento demográfico. Las estimaciones sitúan a la población mundial en 2050 en torno a los diez mil millones de personas, una gran parte de ellas crecerá en países emergentes y formará parte de la clase media. Y muchas de ellas querrán comprar coches: se espera que las ventas de coches aumenten de unos 70 millones al año en 2010 a 125 millones para 2025. Si actualmente hay alrededor de 1.200 millones de coches en el mundo, se prevé que para 2050 la cifra rondará los 2.000 millones.
Así que la movilidad no solo nos cuesta tiempo, mucho, y dinero, demasiado, sino que poco a poco, nos genera problemas de salud… y según los números, la situación solo puede empeorar. Pero no todo son malas noticias. Un estudio reciente realizado por McKinsey señalaba la convergencia de cuatro tendencias que están revolucionando la movilidad urbana de manera determinante hacia modelos de ciudad más sostenible e inclusivos:
Digitalización y conectividad entre usuarios:
La gestión de datos, así como el procesamiento en tiempo real del tráfico, permite reorientar a los conductores para evitar la congestión, obtener información detallada de los vehículos y desarrollar políticas que favorezcan un ordenamiento territorial más sostenible.
Infraestructura para coches eléctricos:
IHS, una firma de investigación de mercado, predice que las ventas anuales de vehículos eléctricos con pilas e híbridos aumentarán de 2,3 millones de unidades en 2014 a 11,5 millones para 2022. Ello implica llegar a cubrir el 11 % del mercado global.
Coches compartidos:
La mayoría de los automóviles permanecen inactivos el 90 por ciento del tiempo. Compartir coche no solo maximiza el uso de cada coche, sino que reduce su número en las ciudades y mejora el impacto medioambiental.
Un estudio realizado por Berkeley Transportation Sustainability Research Center (TRSC) de la Universidad de California, confirma que los usuarios de Car2go, con más dos millones de usuarios que comparten alrededor de 14,000 vehículos en 30 ciudades, redujeron sus emisiones de CO2 en un 10 por ciento de promedio, redujeron la necesidad de vehículos en 28.000 unidades, el 5 % acabó vendiendo su coche y el 7 % confirmó haber abandonado la idea de comprar uno.
Coches autónomos:
Los coches autónomos reducirán accidentes, mejorarán el uso de carreteras, reducirán el impacto negativo en el medio ambiente y optimizarán las vías de transporte.
Fuente: ambientum