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Las Enfermedades Transmitidas por Alimentos forman parte de un grave problema de salud pública que afecta especialmente a niños, mujeres embarazadas, ancianos y personas que padecen otras enfermedades de base.
Estas enfermedades se caracterizan por una variedad de síntomas gastrointestinales como náuseas, vómitos, diarreas, y dolor abdominal; que en algunos casos además pueden presentar complicaciones severas como sepsis, meningitis, abortos, síndrome de Reiter (conjuntivitis, uretritis, artritis), síndrome de Guillan Barré o hasta incluso la muerte.
Estas enfermedades además de tener afecciones sobre la salud, sino influyen negativamente en la productividad, el comercio y los sistemas de salud, acentuando aún más la pobreza de los países.
Entre las enfermedades más frecuentes se encuentran las causadas por alimentos o agua que han sufrido una contaminación biológica, es decir, aquellas que presentan agentes como bacterias, virus, parásitos y hongos en cantidades tales que afectan la salud de los consumidores. Las bacterias son las principales causantes del desarrollo de enfermedades; podemos considerar algunas bacterias como Listeria monocytogenes con frecuencia presente en quesos frescos y causante de mortinatos (muerte fetal), abortos y partos prematuros; porotro lado la Escherichia coli O157:H7 puede provocar síndrome hemolítico urémico, caracterizado por insuficiencia renal, anemia hemolítica y trombocitopenia (disminución de plaquetas).
El adagio popular “somos lo que comemos” encuentra, en la actualidad, su máxima expresión en la marcada tendencia a consumir una alimentación saludable; no obstante, para garantizar que eso llegue a ser una realidad, se requiere que los alimentos sean inocuos; es decir, que no contengan agentes físicos, químicos o biológicos que pongan en peligro la salud de los consumidores.
Sin embargo, para el logro de este propósito es imprescindible el trabajo conjunto del Gobierno, la academia, la empresa y los consumidores, en favor de la generación de una cultura de inocuidad en el país, que tenga como base una sólida educación en materia sanitaria, que permita la disminución de factores de riesgo como la contaminación cruzada, el uso de materias primas contaminadas, así como malas prácticas de higiene personal, pérdidas de cadena de frío y falta de cocción.
Se requiere por tanto una mayor vigilancia y control por parte de entes estatales a establecimientos en los que se preparan y expenden alimentos. Al mismo tiempo es necesario un trabajo mancomunado con la academia para la evaluación de riesgos microbiológicos y la sensibilización a manipuladores y consumidores sobre la importancia y necesidad de la protección de los alimentos.
Los consumidores como último eslabón tienen la decisión final de elegir y exigir productos de calidad. La inocuidad alimentaria es un compromiso de todos.
Fuente: EL HERALDO
