Tras el acuerdo internacional alcanzado durante la cumbre del clima que tuvo lugar el pasado mes de diciembre en París, el concepto de la huella de carbono, ha ganando cada vez más relevancia en las carteras de inversión.
Esto se debe a que la gestión de activos se considera un punto esencial en el proceso de descarbonización de la economía, ya que se trata de uno de los canales más relevantes de transmisión de la financiación a compañías e instituciones públicas.
Podemos considerar que la huella de carbono, trata de determinar el volumen de gases de efecto invernadero (GHG) que se emiten las inversiones del fondo, todo ello, medido en kilos de dióxido de carbono al año, permitiendo comparar el dato con otras actividades cotidianas y con otros productos o sectores.
Publicar una revista, por ejemplo, tiene una huella de carbono anual de 2 kg, frente a los 300 kg. (Por pasajero) de un vuelo de ida vuelta entre París y Oslo.
En este sentido, un fondo que invierta mayoritariamente en el sector financiero tendrá una huella de carbono muy inferior a otro que invierta gran parte de la cartera en el sector energético, por ejemplo. “En un índice diversificado como el MSCI World, el sector financiero representa un 2% de las emisiones de carbono y un 21% de la capitalización de mercado del índice”, apuntan desde BNP Paribas IP. “Por el contrario, tres sectores (empresas de servicios públicos, energía y materiales) concentran un 82% de las emisiones de carbono y un 15% de la capitalización de mercado.
Teniendo en cuenta el peso de estos tres sectores, la huella de carbono de un fondo dependerá más de sus asignaciones sectoriales que de la huella de carbono individual de cada empresa en la que invierta.
- Cálculo de la huella de carbono
El protocolo GHG establece estándares internacionales para el cálculo y el registro de las emisiones de gases de efecto invernadero en las empresas. Las emisiones se desglosan en tres categorías que ponderan de forma diferente según el tipo de negocio :
- La categoría 1 mide las emisiones generadas directamente por las instalaciones de la empresa.
- La categoría 2 hace referencia a las emisiones indirectas vinculadas al consumo energético de la empresa.
- La categoría 3 abarca el resto de emisiones indirectas, incluidas aquellas relacionadas con el uso de los productos de la empresa. Sin embargo, esta categoría no está estandarizada, por lo que resulta menos fiable y no suele incluirse en los cálculos.
Para el cálculo de la huella de carbono de un fondo, se suman las emisiones de cada empresa y se ponderan por su capitalización de mercado y por el tamaño de la posición en el fondo. Así obtenemos un indicador de las emisiones que genera cada euro invertido en el fondo”.
Fuente: Fundspeople